El futuro es hoy by José María Aznar

El futuro es hoy by José María Aznar

autor:José María Aznar [Aznar, José María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2018-09-01T00:00:00+00:00


5

DEL SIGLO DE LOS TOTALITARISMOS AL DE LOS POPULISMOS

El siglo XX fue el de los totalitarismos antidemocráticos; el XXI amenaza ser el de las democracias totalitarias, a las que habría que distinguir, desde el principio, de una de sus versiones particulares, la de las llamadas «democracias populares». Es decir, de la fórmula vergonzante del comunismo en los países satélite de la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. En dichos países, los del Pacto de Varsovia, los regímenes implantados por el ejército soviético tras la liberación admitían simulacros de pluralidad política, abriendo el Gobierno a partidos minoritarios de carácter generalmente estamental (partidos «campesinos» o «gremiales» que encuadraban a pequeños propietarios rurales, comerciantes, artesanos modestos, etc.) y conformes en subordinarse, de grado o por fuerza, a los programas de los partidos «obreros» de obediencia comunista. Las «democracias populares» derivaban de la estrategia de los frentes populares de entreguerras, auspiciada por los estalinistas, puesta a prueba en Francia y España durante los años treinta como modalidad de oposición al fascismo rampante, y teorizada por el comunista búlgaro Dimitrov. Por cierto: en aquellos países donde triunfaron electoralmente los frentes populares —de nuevo, Francia y España— no había movimientos fascistas de masas (la Falange era una fuerza muy minoritaria de la derecha, y ni siquiera obtuvo representación parlamentaria en los comicios de febrero de 1936). Como los acontecimientos pronto demostraron, el frentepopulismo respondía, ante todo, a los intereses del comunismo, por entonces un único partido internacional con secciones nacionales sometidas a la dirección soviética (vale decir, a Stalin).

El llamado «centralismo democrático» por el que se regían tanto el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) como los partidos comunistas de las «democracias populares» y de los países occidentales poco tenía que ver con la democracia tal como se entendía en el mundo libre. Como su propia denominación invitaba a sospechar, el «centralismo democrático» servía fundamentalmente para reforzar la autoridad central de los partidos comunistas, que solo requería de los militantes el refrendo absoluto de sus decisiones. Así se instituyó, fatalmente, un culto a la personalidad del secretario general, quien encarnaba la función supuestamente emancipadora del partido, o sea, de la vanguardia de la clase obrera, que a su vez debía dirigir la lucha contra la explotación del hombre por el hombre y contra la opresión de unos pueblos por otros. Aunque Marx y Engels, padres fundadores del socialismo autodenominado «científico», no habían mostrado excesivo entusiasmo por los nacionalismos, a los que consideraban movimientos burgueses, los partidos comunistas del siglo XX —empezando por el primero de ellos, la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia— se interesaron vivamente por los nacionalismos antiimperialistas, no solo como posibles aliados de las vanguardias revolucionarias, sino como movimientos en sí mismos revolucionarios una vez enfrentados a la potencia opresora o colonialista. Los comunistas envidiaron siempre la capacidad de movilización de los nacionalismos, muy superior a la de los socialismos. Tras las experiencias de la Segunda Guerra Mundial —en la que el comunismo soviético apeló al patriotismo nacional



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.